La villa se desarrolla en una parcela elevada con vistas despejadas, donde cada línea y cada volumen se han concebido para dialogar con el paisaje. Su arquitectura combina geometrías puras, grandes ventanales y materiales nobles como piedra, madera y vidrio, creando un equilibrio entre elegancia y funcionalidad. El jardín se abre en torno a una piscina de gresite oscuro, cuya tonalidad intensifica el reflejo del cielo, mantiene el agua más templada y disimula las pequeñas impurezas, realzando la elegancia del conjunto. A su alrededor, zonas de descanso, una ducha exterior y un baño independiente completan un espacio concebido para disfrutar del aire libre con comodidad y discreción.

El entorno se enmarca con vegetación consolidada y palmeras que aportan carácter y serenidad, mientras un amplio porche cubierto conecta la vivienda con el jardín y ofrece un escenario ideal para las tardes templadas y el silencio del entorno. Una obra ya finalizada, donde la arquitectura, la luz y la naturaleza conviven en equilibrio para ofrecer una experiencia de vida serena y atemporal.